Hoy estrenamos colaboración en nuestro blog. Stanis Sam tiene una larga trayectoria como profesor de idiomas inglés y ruso, y actualmente trabaja en su proyecto Improvink. donde explora el caracter y las maneras para llegar a ser un Gentleman moderno. En este artículo, nos explicará las razones para aprender idiomas, no solo para abrirnos más puertas en el campo profesional, sino sobretodo para enriquecernos personalmente.
Aprender idiomas debe ser para tu vida, no sólo para el negocio
Dominar idiomas se considera crucial en todos los nichos del negocio global, pero abogar por el aprendizaje de los idiomas basándose únicamente en la utilidad más inmediata es un grave error. Cuando consideres si hacer o no un curso de inglés, si ofrecerlo a tus empleados y si simplemente hacerlo por el hobby… recuerda: tu motivación no puede estar basada sólo en hacerlo por el negocio (y en última estancia, por ganancias económicas), sino en que va a ser un aprendizaje para todos los aspectos de tu vida.
Demasiado a menudo se basan los argumentos propagandísticos en los beneficios más pragmáticos de la materia. En el mundo donde la ambición del comercio sobrepasa con gran diferencia las fronteras lingüísticas, esa visión además, está muy justificada.
El inglés y el mandarín son al parecer los más beneficiados de ese cambio de mentalidad. El crecimiento de la enseñanza delidioma chino en el mundo occidental ha sido vertiginoso. Apoyado por el tremendo crecimiento constante de china en el mercado internacional ha animado a muchos a lanzarse contra la enorme muralla lingüística. Pero poco puede competir todavía con el inglés, que sigue estando muy cómodo en el trono de los idiomas de los negocios. Y cortesía de British Council, el BOOM de los adeptos a lo anglosajón no para de crecer.
Y es que es la apuesta más segura a día de hoy en términos del beneficio recibido respecto a las horas y dinero invertidos. Razón demás, para que el marketing agresivo de los cursos de inglés explotase de la manera de la que lo hizo. Mires por donde mires….
(Stanis Samisco, Psicología y Comunicación)
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